lunes, 10 de mayo de 2010

Los Ojos de Dios . Capitulo III - "La reunion"

Un mendigo caminaba por la calles de Buenos Aires pasando totalmente inadvertido para todo el mundo, excepto para algunos niños que caminaban con sus padres que los miraban curiosos antes de ser retados por sus progenitores. El mendigo vestía unos harapos grises con una barba larga, gris y sucia. Siguió caminando invisible a los ojos de casi todas las personas que iban en dirección contraria. En la esquina de la calle por donde venia caminando se topo con un hombre de mediana edad vestido con un atuendo deportivo, el curioso hombre lo miro directo y le dijo:
- Perdón Padre
- ¿Qué paso con Rafael? - dijo el mendigo sin preámbulos
- Digamos que no esta disponible – respondió el hombre vestido con atuendo deportivo – Estaba nervioso Padre, además me pareció que yo era el más indicado para acompañarlo, por eso te pido perdón.
- OH Miguel no te disculpes- respondió el mendigo- No va a pasar nada, lo vengo haciendo hace mucho tiempo, desde que lo desterré.
- Pero esta vez me preocupa, tengo miedo.- dijo Miguel- Y Gabriel también esta preocupado
- Si es verdad, esta vez es distinto lo siento en mi ser
- ¿Ellos también lo sabrán?- pregunto Miguel angustiado
- ¡Claro! Son casi tan viejos como yo, ¿Qué nunca oíste el refrán? – dijo el viejo mendigo mirando suspicazmente a Miguel
- Si… pero ya no se que pensar – repuso Miguel- Todo esto me hace sentirme tonto
- No te preocupes – respondió el mendigo –Y cuando volvamos asegúrate que Rafael este bien de vuelta ¿entendido? – pregunto con voz autoritaria.
- Si padre.
- Ahora vamos.
El mendigo y Miguel llegaron a su destino: la estación de Once, allí subieron hasta los andenes donde Miguel quería pagar los boletos pero el mendigo se mostro con impaciencia.
- ¡No tenemos tiempo para eso! – exclamo
Sin embargo, misteriosamente aparecieron las monedas adecuadas en las maquinas expendedoras de boletos.
Se subieron al tren del anden cuatro con destino a Ituzaingo, allí tendría un encuentro muy especial
En el transcurso del viaje, Miguel no pudo evitar preguntar por que viajaban para el encuentro.
- Los dos nos tenemos que ver llegar desde muy lejos – contesto el mendigo
- Ya veo – dijo Miguel – Y…
- Y él ya viene con un acompañante – contesto el anciano mendigo adelantándose a la pregunta de Miguel.
Luego de casi una hora de viaje en silencio, los dos se bajaron en la estación de Ituzaingo y se dirigieron a las plataformas del medio, bajando por el lado norte de la ciudad.
- Te vas a tener que deshacer de tu disfrazas cuando lleguemos – le advirtió el mendigo
- ¿Por qué? – pregunto Miguel
- Por que son las reglas del lugar neutral, es una conversión entre planos y ya no te va hacer necesario
- ¿Y usted Padre? Yo solamente puedo estar como soy allí arriba, igual que él solamente abajo puede estar tal como es.
- Y ¿A dónde es que vamos?
- Bueno es la última zona neutral en America del Sur, las demás fueron destruidas o dejadas de lados, estas zonas existen inclusive antes que la construcción.
- ¿Quién la vigila? – pregunto ansioso Miguel
- Un humano – dijo sonriendo el mendigo.
- ¡¿Un humano?! – se sorprendió Miguel- ¡Wow! ¿Entonces es una línea sucesoria?
- Así es, llevan más de 500 años pasando de generación en generación, de padre a hijo, de madre a hija, así durante años.
- Increíble. ¿Cómo es que nunca supimos de este lugar? – pregunto Miguel
- Por que no quise – respondió tajante el mendigo
- ¿Y donde esta la zona?
- En un video club.
Llegaron a la entrada de una galería donde se encontraba el video club, a tres cuadras de la estación de Ituzaingo, donde los esperaban, al parecer, dos hombre. Uno, vestido de cuero, bajo y fornido, con el grasiento cabello negro peinado hacia atrás y atado en un colita tan ajustado que parecía que su cráneo hubiera sido pintado de negro, daba la impresión de que fuera un mafioso de la época de Al Capone, estaba jugando con una moneda de plata entre sus dedos. El otro , sin embargo, era alto y delgado , vestido con un elegante y carísimo traje blanco , su cabello era rubio y estaba peinado con una raya al costado, sus ojos eran azules y desprendía cierto aire cautivante, pero los mas observadores se darían cuenta de que había algo malvado en este hombre vestido de blanco.
Las cuatro figuras se encontraron en la entrada de la galería, se miraron sin pronunciar palabra hasta que el hombre vestido de cuero dijo
- ¿Por qué vino Miguel? ¿Tienes miedo? – pregunto dirigiéndose al mendigo
- Vine por que quise Azazel – respondió tajantemente Miguel- Adema…
- ¡Basta! –exclamo el mendigo interrumpiéndolo - Rafael iba a venir pero se decidió de ultimo momento a Miguel. ¿Quedo claro?- dijo el mendigo mirando fríamente a Azazel.
- ¿Acaso todavía me hechas la culpa del diluvio? – pregunto el hombre llamado Azazel
- Tu tuviste la culpa , iniciaste la destrucción del hombre – respondió rapidamente
Luego el mendigo se dirige hacia el hombre vestido de blanco
- Hola Satanás
- Hola Yahvéh ¿Podemos proceder?
- Claro
Los cuatros personajes caminaron a lo largo de la galería, cuyo final se encontraba el video club llamado “The Wall”, allí había tres personas, la encargada del local que estaba atrás del mostrador y dos clientes mas que cayeron inconcientes al instante.

Las cuatro figuras se situaron delante de los estantes que se podía leer el cartel “Eróticas”, Yahvéh pronuncio el antiguo conjuro en Hebro y los estantes comenzaron a vibrar y las cuatro entendidas que estaban allí desaparecieron tras un haz de luz y todo el video club volvió a la normalidad.

2 comentarios:

  1. Yipi kay Yay!! Con toda!!
    Debiéramos de conectar las historias, los sueños y todo de manera infrecuente, porque cautiva.

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  2. Exelente idea... y tambien con la historia que estabamos escribiendo. Hay algo llamado Intertextualidad , es asi como que el Hombre Araña conoce a los X-Men pero en la literatura. Deberiamos intentarlo

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